Intérpretes que hablan, ríen, lloran, gritan, se arrastran, hacen y juegan a ser.
Alguno lleva los ojos tapados.
Otro se ha vestido de silencio, uno de queja, aquél de vacío, otro de templanza, y de complicidad, cansancio, esperanza, cariño, sabiduría.
¡Qué buen vestuario!
Hay movimiento y, a ratos, tranquilidad y calma.
Alboroto, música, ruido.
En cualquier momento, comienza el segundo acto o el acto final y sin sabernos el papel.
No sé si habrá aplusos o abucheos o, siquiera, algo.
Tampoco sé si me importará.
Quizá no haya público.
Hay veces que me siento extraño en este teatro.
Magnífico, Azanatos, estás empezando un camino peligroso (escribir) y te veo bien pertrechado. Enhorabuena
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