sábado, 30 de julio de 2016

España, el déficit y la ¿multa?

Llevamos días o meses leyendo y escuchando que la U.E. se plantea sancionar a España por incumplimiento del objetivo del déficit.
Ningún país, hasta ahora, ha sido sancionado por tal motivo.
Pero hay un dato insultante, sangrante que conviene conocer: Alemania ha incumplido el objetivo del déficit en 7 ocasiones, sólo una menos que España que lo ha hecho en 8, Francia en 12 ocasiones, Italia en 9 y R. Unido en 11.
Algunos como Alemania y Francia cambiaron las normas cuando les convino para evitar las multas. Sin embargo, ¡Alemania ha sido la impulsora de la sanción a España.¡ Que poca vergüenza !
Hace unos días el todopoderoso ministro de economía alemán (o europeo?) hablaba con varios Comisarios Europeos para dar la "consigna-orden" de perdonar la vida a España.
Dos conclusiones me vienen a la cabeza.
La primera, obvia pero no por ello intranscendente, es que Europa no existe, no decide, no gestiona. Alemania manda, ordena y juzga.
La segunda, penosa y lamentable, es que España es un 'zombi' en Europa. Rajoy la ha reducido a un títere. No cuenta para nada. Ningún cargo relevante en los foros donde se toman las grandes decisiones.
Y encima es un país del sur de Europa.

PICUAL

ESCRIBIR ES ESTAR SOLO

Se ha dicho muchas veces y de distintas maneras: Escribir es una tarea solitaria.
Solitaria sin duda, aunque algunos pensemos que uno escribe acompañado de ese otro que lleva dentro y que unas veces es el que escribe y otras el que recibe lo escrito.
En cualquier caso, conviene tener esta condición solitaria muy en cuenta para no caer en las garras, casi siempre preocupantes, de la multitud. Por eso mismo, estos caminos nuevos de las redes sociales tienen bastante peligro.Bueno es tener alguien que te lea, pero nunca sabes si es un lector de verdad o un pasa-pantallas ocasional, que está muy bien, pero no es lo mismo.
Además existe otro riesgo mucho más preocupante cuando proliferan los comentarios laudatorios, los emoticonos admirativos y los famosos "me gusta". El escritor entonces puede sentirse acompañado, admirado; incluso puede pensar que está rozando eso que llaman fama y que como todos sabemos o debiéramos saber suele ser un fantasma huidizo y efímero.
Es del trabajo concienzudo, del esfuerzo constante, de la autocrítica impenitente de donde puede surgir la mejor literatura, nunca de la autocomplacencia, jamás de la vanidad alimentada con halagos rápidos y fugaces, ni del aplauso de una tarde, ni siquiera de la satisfacción de haber vendido bastantes ejemplares de un libro o de salir en reseñas de periódico.
Todo eso se evapora pronto y el escritor vuelve a su verdadera condición: quedarse solo, enfrentarse a sus propios fantasmas y seguir siendo un mirón de la vida que se atreve a contar lo que mira, sea con los ojos del rostro o con los del alma, sea hacia fuera o hacia dentro.
Como el refrán dice aquello de que "de bien nacidos es ser agradecidos" y uno confía en haber nacido como es debido, cumple agradecer al lector, al que alaba, al que aplaude y, no digamos, al que compra tu libro, pero una vez cumplida la cortesía de buena fe, deberíamos saltar sobre la sensación de calor del halago y volver al gélido desierto de la soledad que es donde se alza nuestra casa y donde tenemos, más o menos escuálido, el pan nuestro de cada día.

(Enrique Gracia Trinidad)

martes, 26 de julio de 2016

LOS ANIMALES NO SON TAN ESPAÑOLES

Ahora está quieto el ganso, colgando boca abajo de una maroma, inmóvil porque sencillamente está muerto, lo han sacrificado antes. Espera que pase alguien a caballo y le arranque la cabeza de cuajo. En otros tiempos colgaban vivos y supongo que sería más difícil descabezarle porque no se estaría quieto.
Es en el pueblo de Carpio de Tajo, en la provincia de Toledo, donde se celebran por las fiestas de Santiago Apóstol unas espectaculares y un tanto acrobáticas carreras de caballos por parejas en las que los jinetes galopan abrazándose de los hombros;  sin duda son de gran dificultad y muy vistosas. Hasta ahí nada que decir. Los caballos enjaezados, los jinetes vestidos con ropas antiguas, la animación garantizada.
Pero después, empieza la barbarie: Se trata de que los mismos jinetes, a buena velocidad, crucen la plaza y al pasar bajo el ganso colgado intenten agarrarlo del cuello y arrancar su cabeza como trofeo. 
A veces lo consiguen y a veces no, cuestión de habilidad, fuerza y suerte.
Se me ocurre pensar que podrían colgar cestos, monedas, cintas, aros, guirnaldas de flores, sombreros... pero no, cuelgan un animal, aunque esté muerto —¡menos mal!— y hay que arrancarle la cabeza. Sospecho que en las otras cabezas, las de jinetes, espectadores y organizadores hay bastante basura disfrazada de tradición, bastante mala uva vestida de diversión, bastante brutalidad ataviada de fiesta.
Y son sólo unos pocos, que no la mayoría de españoles, pero siempre son más de lo que la cordura, el buen gusto, la salud mental y la decencia aconsejan. 

Por mí pueden seguir arrancando cabezas de ganso muerto y celebrándolo con regocijo y aplausos —prohibir no me parece nunca la mejor solución—, pero no deja de ser una tradición infame, una estética zafia, una fiesta salvaje y un tumulto grosero.
España —no menciono a otros países que también tienen sus costumbres bárbaras con animales, sean para fiesta o para comer—, sigue teniendo el pellejo medieval, aún se le ven las hechuras primitivas, salvajes, primitivas y crueles. Y no, no se le puede llamar "animalada" porque a los animales ni se les ocurre maltratar a otro animal, ensogarle, descabezarle, lancearle, tirarlo desde las alturas, hacerlo correr asustado, ensañarse con él de cualquier modo y luego rematarle. Los animales no son tan españoles.
(Enrique Gracia Trinidad)